REGALO DE NAVIDAD
Expedición motorizada por sector costero hasta la desembocadura del Itata
Por Eugenio Márquez de la Plata, junto a sus hijos Sebastián y Diego
Hace años que no lográbamos viajar juntos en moto, mis dos hijos y yo. Decidimos aprovechar el fin de semana del 8 de diciembre para emprender ruta – mira que nos anticipamos a la nueva confinación – y el punto de reunión fue en Requinoa. La idea: un viaje a la antigua, con mapa y preguntando (nada de GPS, GoPro, neumáticos especiales, control de tracción o maletas), dos Royal Enfield Bullet y una Kawa KLR 650, y vamos andando con un bolsito amarrado al asiento.
Requínoa a Quinta de Tilcoco por unos caminos interiores maravillosos, toda la agricultura en plena cosecha, Guacarhue, Tunca y salimos a San Vicente de Tagua- Tagua, por ahí nos perdimos y un taxi al cual consultamos nos dijo “yo los llevo hasta el camino”, igualito a los de Santiago ¡!!, después Peumo , Pichidegua y hasta los rulos de Marchihue, pasando por el puente del Tinguiririca donde los pescadores están apiñados tratando de pescar un pobre pejerrey –no hay distancia social por supuesto– y, obvio, parada obligada en Lechería Los Maitenes, las mejores calugas de manjar del mercado.
Zona huasa de Colchagua, nos dirigimos a Alcones (también Halcones) de nuestros queridos amigos los Izquierdo Menéndez, ya entramos a la tierra por unas cuestas medias perdidas que finalmente llegan a Nilahue. Mucho bosque forestal explotado lo que realmente es un atentado al paisaje, pero bueno, hay unas vistas lindísimas en los miles de rincones que se ven . Las Bullet se comportan más que satisfactoriamente en la tierra así que es una gozada como dicen en España. Por supuesto nos compramos alguna parcelita por ahí pero sin daño colateral. Ya en Paredones cargamos bencina y nos fuimos a Boyeruca, hacía hambre a esta altura. Una buena empanada de mariscos, un mariscal caliente, un pastel de choclo y una reineta calmaron nuestros estómagos y alegraron la vida ¡!. El día igualmente estaba frío, cosa que no esperábamos, nos pusimos una primera capa y le dimos.
Llegando a Vichuquén inmediatamente nos fuimos a Lipimávida y Duao, un camino de tierra muy transitado con mucho polvo en suspensión y le aplicamos todos los conocimientos endurísticos para no irnos al suelo . No falta el vaca que viene en un 4x 4 corriendo como si fuera un Dakar y te lo topas a la salida de una curva y hay que aplicar a la orilla nomás ¡!, finalmente llegamos a Iloca, nublado por cierto y helado – la costa chilena con su clásica vaguada-, había muchísima gente dando vuelta, así que a conseguir donde dormir, Hostería Iloca fue la cosa. Mucho BMW full equipo que nos miraban por arriba del hombro a estos tres locos en dos Bullet y una Kawa. Buena comida, buen vino Curicano y buena conversa con los cabros, que más se pude pedir ¡!.
Relativamente temprano salimos por ese lindo camino costero a la desembocadura del Mataquito, todo hasta Putú con lupinos amarillos florecidos en las dunas, que espectáculo!!, que linda zona ¡! Pasamos por Constitución solo a echar bencina y sacar efectivo y por supuesto no pudimos sino recordar todo el desastre del tsunami en esa zona, en Chanco a comprar el original queso chanco y unos panes amasados de pueblo y en un lugar con sombra en la carretera nos comimos esa delicia mirando el paisaje. Al poco andar vimos unos viejos arando con una yunta de bueyes, así que paramos y fuimos a conversar, era toda una familia sembrando papas y el arado era tirado por bueyes, ya no se ven cosas así, están desapareciendo. ¡¡Estaban sorprendido por nuestro interés en su siembra y pensaban que era Ricardo Astorga, el de la tele, jaja!! Cosa que aclare rápidamente¡!
Y seguimos para el sur, es un camino realmente que vale la pena hacer, Pelluhue, Curanipe y Buchupureo donde alojamos en el Hotel Los Maquis (www.losmaquishotel.com), totalmente recomendable de Arturo Miranda. Comimos esa noche en un boliche de pueblo unos bistocos a lo pobre acompañado de vino regional. Al día siguiente partimos y en el estacionamiento de la playa donde compramos unas papayas en almíbar, fruto que se da en estas costas , vemos una gringa en moto – resultó ser una alemana-, una Moto Guzzi v85 TT cargada a tope, recién había comenzado el viaje al sur de Chile como destino final la carretera austral volviendo por Argentina – eso seguramente no le va a resultar – Flora Mayer se llama , su web www.floras.world , genial , después la cruzaríamos varias veces en el día, hacia la misma ruta que nosotros. Llegando a Cobquecura seguimos orillando el mar por tierra hasta la desembocadura del Itata que por supuesto fuimos a ver, tiramos las Bullet y la Kawa por la arena nomás y arribamos al mítico Itata, límite natural de la zona central con la zona sur, como así también del territorio araucano en la época de los españoles. ¡¡Cómo no recordar esos viajes en XR 250 desde Concepción hasta Sto. Domingo cuando cruzábamos el Itata en bote!! Qué tiempos¡! Pero quedaban sorpresas aún, seguimos por la tierra hasta Coelemu donde nos servimos unos completos en la Plaza y después al valle de Huaralihue también se escribe con G, lleno de Parras del secano costero en cabeza, esto significa sin alambres en las lomas, qué belleza, nada que envidiar a la Toscana o Napa Valley, esto es Chile mierda y a estos rincones perdidos para el común de las personas llegamos en moto!!!.
Tener un hijo enólogo es una gran ventaja en estas áreas, así que fuimos a visitar la viña de Héctor Rodríguez y sus hijos, tienen un lugar único y producen unos vinos exquisitos, principalmente Cinsault, han logrado todo con trabajo –podrían aprender las nuevas generaciones, el trabajo logra todo, el resto maní-, después de una larga caminata recorriendo el campo probamos sus vinos acompañado de un chanco sureño que le traían desde la Unión, y después nos invitaron a tomar once con sopaipillas (grandes) con aji y un té, más acampado imposible ¡!! Felicitaciones Héctor Rodríguez y familia!! Toda nuestra admiración!.
Pero, nuevamente, faltaban sorpresas, y por dato de enólogo, mi hijo Diego se contactó con Consuelo Pérez del Campo propietaria de Villa Taly (@villataly) que junto a su pareja, Hernán, tiene un lugar exquisito, cálido, entretenido y genial para descansar. Nos tenían una comida muy rica y seguimos probando vinos locales, todos con nombre y etiquetas geniales, Aperrao, Weñe, Lagarto, etc. Nos quedamos hasta altas horas de la noche conversando y filosofando y cuando Hernán ofreció las piscolas yo me fui a acostar y no supe más ¡!!.
Desayuno campestre y levantada tarde partimos rumbo a Ñipas y por ripio duro y pesado a Portezuelo, pero como todos los caminos dan sorpresa, vimos una trilladora estacionaria funcionando, trillando lentejas, que increíble, es un aparato de los años 30 – 40 que casi no se ven!!, y siguiendo la tierra hasta Ninhue, cuna de nuestro héroe Arturo Prat, lamentablemente el museo estaba cerrado por el martes feriado, así que a Quirihue y después Cauquenes mi alma ¡! Ahí nos servimos unas pizzas en la plaza y después compramos unos víveres para irnos a Caliboro cerca de San Javier donde llegamos a alojar a un fundo de unos parientes. Un lugar muy especial cerca del inédito río Perquilauquén que corre como quien diría al revés, de sur a norte ¡!,
Última noche y últimos vinos regionales, al día siguiente era por carretera y salvo los lomitos de Soler en Curicó, no sería nada especial . Como siempre, agradecer el llegar bien y sanos, de pasarlo estupendo y poder compartir con mis dos hijos que es un privilegio que da la vida, un verdadero regalo de navidad. Y reafirmar que siempre cuando uno sale suceden cosas entretenidas y sorprendentes.