PERDIDO EN EL DESIERTO
El Extravío del hijo de Margaret Thatcher durante la edición 1982 ha sido reflotado en Netflix
La serie The Crown ha traído a colación el episodio en el que Mark Thatcher, hijo de la ex primera ministra británica, se perdió durante seis días en el desierto del Sahara durante el París-Dakar de 1982, hasta que, finalmente, fue rescatado por la fuerza aérea argelina.
The Crown es una serie de Netflix trazada a modo de biopic de la reina Isabel II de Inglaterra y que ha cosechado un enorme éxito en las tres temporadas que ya se han emitido. Desde hace pocas semanas, se encuentra disponible la cuarta temporada, que se centra en los acontecimientos que rodearon a la corona británica durante el final de la década de los 70 y los 80.
Uno de los hechos que alcanzó mayor notoriedad entre la sociedad británica a principios de los 80 fue el episodio en el que se vio involucrado Mark Thatcher, hijo de la entonces premier británica, Margaret Thatcher, cuando se perdió junto con sus dos compañeros de equipo durante la disputa del rally París-Dakar de 1982. El suceso tuvo en vilo a buena parte de la sociedad británica durante los seis días que tardaron los medios de rescate en localizarle sano y salvo.
La edición de 1982 del París-Dakar arrancó el uno de enero en la plaza de la Concordia de la capital francesa. Entre los 233 automóviles inscritos, se encontraba el Peugeot 504 con dorsal 178 preparado por Dangel, cuya tripulación estaba compuesta por la piloto francesa Anne-Charlotte Verney, el también galo Jackie Garnier, como mecánico, y, como copiloto, un joven de 28 años que respondía al nombre de Mark Thatcher. Hijo de la “Dama de Hierro”, era el prototipo the bon vivant; se declaraba amante de la buena cocina, la buena compañía femenina, los relojes de lujo y la ropa de seda china. Entre sus ocupaciones profesionales destacaba el asesoramiento a una editorial de revistas eróticas, a una empresa de preservativos… Y, además, era aficionado al automovilismo.
Thatcher se formó en la escuela de pilotos de Brands Hatch e incluso montó su propio equipo, el Mark Thatcher Racing, cuyo recorrido fue muy corto debido a los problemas económicos. Sus inicios como piloto no fueron prometedores, ya que tuvo que ser rescatado de su automóvil en llamas en el circuito de Mallory Park, en Leicestershire. Si bien su talento para el pilotaje era limitado, supo mover los hilos necesarios y hacer valer su apellido para conseguir hacerse con un volante en las 24 Horas de Le Mans de 1980, formando equipo con la italiana “Lella” Lombardi – la única mujer que ha conseguido puntuar en gran premio de Fórmula 1–.
La casualidad quiso que uno de sus patrocinadores le ofreciera un asiento en uno de los tres vehículos que tenía inscritos en la edición de 1982 del Dakar. Thatcher aceptó el ofrecimiento, aunque no debió pensar demasiado en ello, puesto que hasta pocas semanas antes de tomar la salida, no realizó ningún tipo de preparativo para una carrera que iba a recorrer 10.000 kilómetros durante tres semanas en medio del desierto del Sahara. “He corrido las 24 Horas de Le Mans y otras carreras similares, así que el París-Dakar no será ningún problema”, fue la respuesta de Tatcher cuando la prensa le preguntó por su falta de preparación ante el reto del Dakar. Difícilmente se puede ser más arrogante.
Después de arrancar en París, la caravana del Dakar se desplazó a la localidad de Sète –en la costa mediterránea–, donde embarcó rumbo a Argelia. Una vez en el continente, el trazado previsto cruzaba el país de norte a sur, para después tomar rumbo oeste en Mali y, por último, entrar en Senegal para arribar a la capital, Dakar.
Con la carrera en campo abierto, la organización era incapaz de controlar el paradero de todos y cada uno de los participantes, especialmente de aquellos que rodaban lejos de la cabeza de carrera. Recordemos que estamos en una época anterior al GPS y los dispositivos de baliza electrónica, como el Sentinel, el Iritrack, etc.
Armados tan solo con una brújula, el libro de ruta y la escasa cartografía que cada participante pudiera llevar, la labor del navegante cobraba una vital importancia. Si a esto la añadimos la falta de capacitación de Thatcher para las labores de navegación, el destino del equipo estaba abocado al fracaso.
El 10 de enero era la jornada de descanso. La caravana procedió al reagrupamiento en la localidad de Gao y al hacer el recuento descubrieron que faltaba el Peugeot 504 con dorsal 178. Tras el revuelo inicial, un participante en moto, Michele Bosi, señaló que los había visto dos días antes, entre Time Aouine y Tite, a unos 50 kilómetros de la ruta de referencia, intentando reparar el eje trasero de su coche.
Desde el momento en que se confirmó que Mark Thatcher y sus compañeros se encontraban desaparecidos, la noticia corrió como la pólvora. El gobierno argelino ofreció su ayuda para la búsqueda que, en principio, fue desestimada, lo cual fue tomado por el ejecutivo magrebí casi como una afrenta. El gobierno francés movilizó tres aviones, considerando que, ya que la organización del rally era francesa, era su responsabilidad organizar la búsqueda.
Solo después de comprobar que las primeras labores de búsqueda eran infructuosas, Margaret Thatcher pidió ayuda al embajador de Argelia en el Reino Unido. Ahora sí, fueron aceptados los cuatro aviones y el helicóptero argelinos que se unieron a la escuadrilla francesa y a un Hércules de la RAF que había movilizado el gobierno británico.
El propio Denis Thatcher, padre de Mark, se desplazó hasta Tamanrasset para “supervisar” las labores de búsqueda, mientras que la primera ministra no podía esconder su preocupación y desesperación en sus apariciones públicas, ante el incierto destino de su hijo.
Desde el principio comenzaron a circular rumores de todo tipo. Desde que habían sido asaltados por una caravana de tuaregs, hasta que les había secuestrado el Frente Polisario para llamar la atención mundial e, incluso, hubo quien sostuvo que todo era una maniobra propagandística urdida por el propio Sabine. La noticia había saltado a las portadas de los medios de todo el mundo.
Mientras se desarrollaba la búsqueda, Thatcher, Vernay y Granier estaban acampados junto al vehículo –que era incapaz de moverse– con el alimento y el agua racionados y al tanto de las labores de rescate, gracias a un receptor de radio que llevaban, por lo que en ningún momento temieron por su vida, como señaló Thatcher con posterioridad.
Después de seis días, un avión de la fuerza aérea argelina les localizó. Thatcher, lejos de mostrar agradecimiento a sus rescatadores, dijo que todo lo que necesitaba era una cerveza y un sándwich, un baño y un afeitado.
Mark y su padre se reunieron y volvieron al Reino Unido en el avión oficial del presidente argelino, Chadli Benjedid. A su llegada, se organizó una cena de celebración para conmemorar el regreso a salvo de Thatcher y, según se cuenta, se acumuló una factura astronómica de la que Thatcher se desentendió. El asunto llegó al Ministerio de Relaciones Exteriores y, al final, la señora Thatcher se vio obligada a cubrir la cuenta de su propio bolsillo. También se dijo que la premier británica había prometido hacerse cargo de los costes de la búsqueda, pero finalmente, solo aportó 2000 libras.
Este episodio levantó bastante polémica en el Reino Unido, ante el enorme montante económico destinado a la búsqueda de quien muchos consideraban un “playboy caprichoso”, como lo definieron algunos medios.
A raíz de esta historia, la imagen de Mark Thatcher cayó en picada entre la sociedad británica, tanto, que cuando le preguntó a Bernard Ingham, secretario de prensa de la señora Thatcher, qué podía hacer para ayudar a los conservadores en las elecciones generales de 1987, este le respondió: “Desaparezca otra vez”.
No sabemos si llevado por este consejo, Mark Thatcher dejó el Reino Unido en 1986 y desde entonces ha vivido por todo el mundo y siempre acompañado de la polémica. En 2005 fue condenado en Sudáfrica a cuatro años de cárcel y una multa por su participación en un intento de golpe de Estado en Guinea Ecuatorial.
El nombre de Mark Thacher no ocupa un puesto de honor en la historia del Dakar, pero es indiscutible que el suceso protagonizado por el hijo de la premier británica le dio a la carrera ideada por Thierry Sabine un espaldarazo de popularidad qué hizo que en los años posteriores muchos personajes famosos se atrevieran a participar en la competición, como sucedió con Carolina de Mónaco y su esposo, Stefano Casiraghi, que tomaron la salida en 1985, a bordo de un camión, si bien su periplo no fue muy largo puesto que un vuelco en la segunda etapa les mandó a casa… o, mejor dicho, a palacio.